Me lavo los pies.
En el aire flotaba la pesadez y la santidad.
No podíamos explicar el estado de ánimo,
Sagrado y afligido.
Reunidos alrededor de la mesa,
Comiendo aquella solemne y santa cena,
Nos parecía la comida más importante
Que jamás hubiéramos compartido.
Estábamos inmersos
en el corazón del MISTERIO.
A pesar de la oscuridad de la noche,
La esperanza estaba justificada
Como si algo malvado
fuera a ser conquistado.
Y de repente
El-que-Amaba nos sorprendió a todos,
Se levantó de la mesa,
Y se puso el delantal.
¡DIOS EN DELANTAL!
La ternura nos invadió
Cuando Él se arrodilló ante nosotros
y nos dijo:
"Yo elijo lavaros los pies porque os amo".
Dios en delantal, arrodillado.
Mis ojos no lo podían creer.
Me sentí perplejo hasta que sus ojos
se encontraron con los míos.
Me sentí valioso. Él tocó mis pies
y los lavó.
Aún siento el agua
Aún siento el contacto de sus manos.
Aún siento la mirada de sus ojos.
Luego me dio la toalla y me dijo:
"Haz lo que yo he hecho.
Aprende a agacharte, a arrodillarte.
Deja que la ternura abrace
A todos los que encuentres.
Lava sus pies,
no porque tienes que hacerlo,
Sino porque quieres hacerlo.
Hay tantos pies que lavar,
me digo una y mil veces.
"No".
Dice la voz de Dios
que resuena a través del tiempo.
"Sólo mis pies".
Lo que haces por los demás
Lo haces por mí y a mí.